miércoles, 19 de enero de 2011

Después del verano.

Después del verano y de mi lectura de Delibes, me apetecía leer algo menos doloroso y más divertido, de manera que seguí con otro de mis autores favoritos, aunque no por la misma causa que mi amado Delibes. Este es Eslava Galán, que tiene una serie de libros a los que me he aficionado porque retrata con  ternura, ironía y crítica no exenta de acidez, la España contemporánea desde la guerra civil española. El libro que acabo de leer se titula: "De la alpargata al seiscientos". Es una continuación a "Los años del miedo" que refleja los años de la posguerra. En "De la alpargata..." se relatan anecdotas de los años cincuenta. A mi lo que más me ha gustado es ver cuánto hemos cambiado. Le digo a mi marido que tanto este libro como el anterior del mismo autor, hay que leérselo de vez en cuando para no olvidar de donde venimos, y que igualmente deberían leerlo muchos jóvenes como mis hijos que nos ponen de antiguos porque no estamos a la altura de ellos en algunos temas como el sexo, considerado durante décadas tabú y pecaminoso. Que si ellos tienen la libertad y el bienestar que tienen en todos los aspectos, es gracias a lo que hemos luchado las generaciones anteriores con muchísimo esfuerzo y con muchas menos oportunidades de las que ellos disponen.

miércoles, 25 de agosto de 2010

¡Qué grande Delibes!

Siempre me gustó la literatura de Delibes. Pensaba que conectaba con él por su sencillez y sigo pensando lo mismo: que en la sencillez está la grandeza de las personas. ¡Cuánta gente analfabeta o semianalfabeta mental hay por el mundo que se cree Dios!.
Había leído muchos libros suyos y "El hereje" llegó a conmocionarme. Después de su muerte quise comprarme toda su bibliografía, como el que compra la discografía de su cantante favorito, pero más a la antigua. Y empecé por su primera novela, que no había leído: "La sombra del ciprés es alargada". Me ha costado leerlo todo el verano, y no por la complejidad de su gramática, sino por la complicada y enrevesada psicología del personaje. He tenido que abandonar la lectura varias veces de tan identificada que me sentía con su torturado personaje. Al final he logrado terminarlo, y, por desgracia, adiviné el desenlace.
Dice el resumen del libro que al final hay un destello de esperanza. Yo no lo veo. Veo simplemente la confirmación de lo previsible, de que hay personas predeterminadas a no ser felices.
De todas formas, literariamente es un crak y envidio que en su primera novela lograra semejante profundidad.
Seguidamente, sin lapsus ni descanso, he empezado otro libro de una psicóloga que me recomendó mi hermana: "La inutilidad del sufrimiento" que espero me cure de la zozobra que me ha dejado el anterior y me sirva de terapia para mis propios devaneos mentales.
¡Ojalá algún día yo pueda llegar con mi escritura al corazón de las gentes como Delibes llega al mío y siga siendo la misma persona como él siguió siendo en su Castilla natal, en su campo, en su casa, con sus perros, su escopeta, la misma mujer toda la vida... y en cambio tenga esa esplendidez mental y sepa trasmitírnosla.

martes, 24 de agosto de 2010

Quiero cumplir un sueño.

El sueño de mi vida es publicar un libro. Ya sé que hay quien escribe sin tener ni idea de literatura y se lo publican por su fama televisiva o porque se lo paga de su bolsillo. A mi no me gustan ninguna de estas dos opciones. Lo que a mi me gustaría es que algún editor viera mis escritos y les resultara interesantes y me propusiera editarlos.
Tengo bastantes relatos cortos y una  novela en proyecto.
El objetivo de este blog y de mi interés por las nuevas tecnologías no es otro que ponerme al día para estar al corriente de cómo llegar al máximo de personas con mis pensamientos.
En realidad lo que pretendo es que cuando muera no sea del todo, que quede algo de mí en este mundo.
Bueno, si hay alguien que quiera leerme, creo que ya se habrá dado cuenta del estado de mi alma. Necesito comunicarme con alguien para que me sirva de terapia.
Me gustaría ser como  Van Gogh, que con su pintura echaba fuera toda esa locura que le atormentaba el espíritu.